Para bailar el tango argentino hace falta tener personalidad, estilo, compás, coordinación... y una buena pareja.
Desde River nos llegó a Europa un dúo de argentinos, pequeñitos pero con mucha técnica y muy prometedores. Uno se llamaba Javier Saviola, y fue a parar al Barça, pero no el que conocemos ahora, era una época de monopolio holandés en la plantilla donde Rivaldo ponía el talento y los demás jugadores peleaban por hacerlo bien mientras Xavi, Puyol y los actuales pilares se formaban en batalla; mientras, su colega Pablito Aimar llego a Valencia, un Valencia ganador que encontró al mediapunta perfecto para formar una gran plantilla.
Circunstancias futbolísticas separaron esta pareja, hoy de nuevo felizmente juntas en Benfica.
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